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Rehabilitación de caserios

EL CASERIO:

CRITERIOS DE REHABILITACION PARA USO DE VIVIENDA

1. Cubierta:

Una rehabilitación debe comenzar por la cubierta. Lo que nos encontramos son cubiertas de madera, con atablado de rípia, que no esta machihembrado, con teja curva cerámica. Este tipo de cubierta, que no tiene lámina impermeable, necesita que la planta de camarote esté muy ventilada para que pueda secarse la teja.

Para mejorar la habitabilidad, o habilitar como vivienda esa parte del caserío, es necesario que la nueva cubierta sea estanca al agua de lluvia y con aislamientos térmicos y acústicos. Construido de esta manera, al no ser imprescindible la ventilación continua de la planta bajo cubierta, puede cerrarse ese volumen de aire con fachada, ventanas y atablado machihembrado. Estando el volumen cerrado y aislado puede calefactarse o contribuir al aislamiento global del edificio.

Los materiales de la cubierta tradicional obligaban a que la pendiente fuera mayor de lo que se exige para los materiales actuales, sobre todo debido a que ahora se utiliza la barrera impermeable bajo las tejas. Esta barrera suele ser de un film de material impermeable al agua de lluvia y transpirable o permeable al vapor de agua. Su colocación es muy sencilla, rápida, segura y económica. Manteniendo la altura de cumbrera, al disminuir la pendiente se levanta la cota de aleros conseguimos más superficie útil en la planta bajo cubierta, que debido a los nuevos materiales empleados, puede considerarse parte de la vivienda.

Las estructuras de las cubiertas suelen tener uniones entre elementos de madera con un cierto valor patrimonial, difícil de reproducir en la actualidad. En estos casos intentamos mantener en lo posible la estructura principal, sustituyendo los elementos estructurales dañados por otros nuevos. No siempre conseguimos que se mantenga todo porque el objetivo fundamental es que la nueva cubierta quede perfectamente reglada.

2.  Muros:

Los muros de mampostería de los caseríos están compuestos normalmente por dos hojas de mampuestos seleccionados, tomados con argamasa o mortero bastardo, formando las caras interior y exterior del muro, con un relleno intermedio de mampuestos pequeños y arcilla. La solidez se consigue a base de espesores grandes, del orden de 60 cm o más. Cuando los sustituimos, total o parcialmente, con un bloque cerámico de 20 cm conseguimos la misma o mayor resistencia. 

Los muros que no tienen problemas de cimentación, panzas, etc., suelen ser aprovechables repartiendo la carga de los forjados. También a veces hemos utilizado el muro solamente como cerramiento, colocando la estructura exenta junto al muro. Esta solución tiene la ventaja de la rapidez de ejecución y la mayor garantía de seguridad. Tiene el inconveniente de que los pilares pueden molestar en la distribución o en la estética interior del conjunto.

El muro está en contacto directo con el terreno y siempre absorbe humedad. La ejecución de drenajes perimetrales y zonas pavimentadas que conduzcan el agua de lluvia lejos de los muros contribuirán también a que la humedad de los muros sea admisible.

En general el sistema mural de los caseríos provoca falta de iluminación y ventilación naturales, sobre todo en lo que eran la cuadra y el pajar. La mala calidad de los mismos a veces imposibilita la apertura de huecos para nuevas ventanas sin peligro de derrumbe.

Es muy común la existencia de descuadres de los muros que dificultan poder conseguir una superficie reglada de cubierta. También es habitual encontrarnos con que la parte baja de los muros ha perdido el mortero a causa del incesante proceso de evaporación del agua absorbida del terreno cuyas sales minerales cristalizan y van descomponiendo la parte exterior del mortero de argamasa, de naturaleza blanda.

En lo que se refiere a la distribución interior de planta baja, interesa potenciar la ventilación de los muros por lo que conviene crear espacios amplios en los que puedan circular pequeñas corrientes de aire que vayan evaporando las humedades. Por el exterior, dejar la piedra rejunteada vista en planta baja facilita la ventilación exterior y por tanto la habitabilidad.

En general somos partidarios de rasear y pintar las fachadas, tal como se ha venido haciendo históricamente sobre la mampostería, excepto en las piedras labradas de esquina, dinteles, mochetas, alfeizares o esquineros. Aún siendo conscientes de ello, como en nuestros proyectos tenemos que ajustarnos a los gustos de los propietarios, solemos dejar vista la mampostería. 

Para dejar la mampostería vista eliminamos previamente el raseo y rejunteo, sustituimos los mampuestos de pequeños por otros mayor

El aislamiento térmico de las cubiertas es algo ya muy común y extendido en la actualidad. Es económico y obligatorio para garantizar ahorro de energia. Los materiales que solemos emplear son el poliestireno extrusionado o el poliuretano proyectado.

El aislamiento acústico es un tema más complejo. Si queremos que la planta bajo cubierta tenga la consideración y calidad necesaria para el uso como vivienda, y no como trastero o tendedero, se necesita completar el aislamiento ante el ruido aéreo de la cubierta de madera que es muy escaso. La solución constructiva más razonable, y habitualmente utilizada en países como Francia y Alemania entre otros, consiste en colocar entre los cabios el aislamiento acústico necesario, normalmente lana de roca de un espesor de 14 cm, forrando la parte inferior con planchas de cartón-yeso tirafondeadas a los cabios. La lana de roca, con ese espesor, también garantiza un aislamiento térmico suficiente. Esta solución constructiva, racional, limpia, luminosa y relativamente económica choca frontalmente con el gusto local, que prefiere que los cabios queden siempre vistos.

Para intentar conjugar la calidad constructiva necesaria con el gusto de los propietarios, venimos utilizando varias soluciones. Una de las soluciones mejores, a nuestro juicio, es la capa compresora de hormigón sobre el atablado de cubierta, protegido por un film de polietileno. Se trataría de un aislamiento continuo y equiparable al de un forjado de hormigón. Con un espesor de 4 cm conseguiríamos cumplir lo que se especifica como mínimo en el Código Técnico de la Edificación. No siempre logramos que se coloque porque la propiedad no tiene clara la necesidad y se alía con el carpintero que ejecuta la cubierta y no quiere ni ver el hormigón.

Otra de las soluciones constructivas que garantizan el aislamiento acústico es colocar la lana de roca sobre el atablado, bajo el film impermeable. La colocación es rápida. Tiene solamente una pequeña pega; el espesor necesario provoca que los aleros tengan un canto mayor de lo habitual, y esto en ocasiones desmerece algo la estética del conjunto para un ojo experimentado.

Sobre el film traspirable se coloca habitualmente teja mixta cerámica, habiéndose relegado la tradicional teja curva árabe a casos muy excepcionales. Las ventajas de la teja mixta son; no necesita apenas ser recibida con masa excepto en algunos puntos singulares, hay piezas singulares para resolver todos los remates, quedan sujetas sobre los rastreles, pueden ser además aseguradas con clavos, estéticamente no desmerecen respecto  a la teja tradicional. Como único punto desfavorable es la dificultad que tiene para adaptarse a superficies no regladas o irregulares.

Es habitual que las cubiertas nuevas tengan menos pendiente que las originales, debido a que los materiales actúales no necesitan tanta pendiente. Manteniendo la cota de cumbrera los aleros pueden quedar a una cota superior con lo que se obtiene una mayor superficie útil, posibilidad de apertura de ventanas laterales, etc. La cubierta se remata con la colocación de canalones y bajantes de cobre o zinc, imprescindibles para la mejora de las condiciones de humedad del entorno, especialmente en las bases de los muros.

3. Estructura:

Nos encontramos con estructuras de madera solo aprovechables en parte porque están afectadas por ataques de xilófagos o deformaciones excesivas. Las secciones suelen ser insuficientes, aunque hay sistemas para complementarlas.

Caso de que se desee utilizar la madera como elemento estructural, la existente o proyectada nueva, solemos complementarla en los forjados con una capa compresora de hormigón colaborante de 5 cm de espesor. Se trata de conseguir que el hormigón trabaje solidariamente con la madera, sin convertirse en un peso muerto. Para ello colocamos unos conectores metálicos embebidos en la cara superior de las vigas o solivas, de colocación rápida y económica, y hormigonamos la compresora con un ligero mallazo. Para hacerse una idea, si por cálculo necesitáramos una soliva de 10 cm x 20 cm de sección, la podríamos sustituir por otra de 10 cm x 15 cm más los conectores y la compresora colaborante. El sistema queda plenamente justificado porque la compresora es realmente necesaria para el aislamiento acústico interior de la vivienda, para que las solivas trabajen solidariamente sin independizarse ante la carga como las teclas de un piano, y para obtener la resistencia e independencia necesaria ante un caso de incendio.  

Las condiciones de habitabilidad de las plantas bajas, con el suelo en contacto directo con el terreno, tienen que mejorarse para cumplir con las calidades que se demandan en la actualidad, recogidas en el nuevo Código Técnico de la Edificación. Como principio partimos de la base de que la zona de planta baja que esté habitada tiene que contar con un «forjado sanitario». Normalmente consiste en excavar en parte hasta conseguir dejar una cámara de aire de unos 50 cm de altura bajo el suelo de la planta baja, que estará compuesto por un forjado de hormigón. Para otros usos como txoko, etc., a veces es suficiente con colocar aislamiento térmico bajo el pavimento.

4. La tipología:

Partimos de la base de un edificio que además de vivienda era el soporte de una actividad agropecuaria. En general la construcción es de forma rectangular con un muro medianil que separaba los usos, vivienda en la parte delantera, cuadra y pajar en la parte trasera. La fachada principal, correspondiente a la vivienda, esta orientada al sureste, opuesta a la fachada trasera, correspondiente a la cuadra y pajar, orientada al noroeste, de donde suelen provenir los vientos que traen lluvia. Las ventanas corresponden mayoritariamente a la zona de vivienda, quedando la parte trasera mucho menos iluminada incluso ciega en la fachada trasera.

Las distancias entre los apoyos de la estructura de madera de la zona de vivienda, al tener que soportar tabiquería, son relativamente cortas, en contraposición a las del suelo del pajar que son largas. Las solivas del pajar suelen ser además de baja calidad, a veces troncos sin labra, y su estado de conservación es malo debido al efecto de los cambios de la humedad en el trasiego de la hierba y al uso como cuadra.

5. La estética del caserío:

En general los caseríos necesitan más luz y vistas para satisfacer las demandas actuales de confort y calidad. Nosotros intentamos resolver estos problemas sin que quede perjudicada la estética propia del caserío. Para ello partimos de la base de que los nuevos huecos tienen que ser de formato vertical.

Otras veces nos vemos obligados a hacer huecos más grandes que, para que tengan formato vertical,  los convertimos en ventanas dobles con un pilarito en el medio. También aprovechamos para hacer huecos grandes, con carpintería de madera y vidrio, sobre los portones de planta baja. Es un solución tradicional: Sobre la puerta de acceso a la cuadra, en vez de poner un dintel que tenga que aguantar todo el muro de mampostería hasta la cubierta, se colocaba un acceso al pajar de manera que situado el carro en la puerta de la cuadra se pudieran introducir la hierba o fardos en el pajar.

Respecto al formato vertical de las ventanas, a veces utilizamos otro recurso que es el siguiente: Colocar puertas balconeras de madera con amplio porcentaje de cristal, con barandilla entre las mochetas del muro, sin que salga hacia fuera el balcón. De esta manera conseguimos un aumento importante de la luz natural. En ocasiones, aprovechando que la nueva cubierta puede tener menos pendiente, en los muros laterales no prolongamos la mampostería hasta la nueva cota de cubierta si no que colocamos en esa franjas horizontales unos entramados de madera en el que combinamos partes ciegas con ladrillo raseado o galletero, y partes con ventana.